lunes, 12 de noviembre de 2012

Sentencia en el juicio por el Femicidio de Sandra Gamboa


¿Y la violencia de género? 


Por Juliana Díaz Lozano

El miércoles 7 de noviembre concluyó el juicio por el femicidio de Sandra Ayala Gamboa, ocurrido el 16 de febrero de 2007, el caso de violencia de género más renombrado de nuestra ciudad, por haber ocurrido en un edificio del Estado: el ex archivo del ministerio de Economía. A Diego José Cadícamo, señalado como el violador y asesino de Sandra pero también juzgado por las violaciones de siete jóvenes más, lo sentenciaron con Prisión Perpetua y reclusión por tiempo indeterminado. Nélida Gamboa, a pesar de estar conforme con la pena para Cadícamo, declaró luego de escuchar el veredicto “yo sé que esto no termina acá. Hay más gente involucrada, voy a seguir luchando hasta que caigan todos”. En consonancia con estas declaraciones, las organizaciones sociales que acompañan el reclamo desde hace más de cinco años, planteaban desde un documento que “Acá no terminó el juicio”.
Precisamente, la figura de Femicidio fue un símbolo que desde el movimiento de mujeres y de género se logró postular como síntesis de las violencias que padecemos las mujeres y que en caso extremo llevan al asesinato. Conlleva la carga crítica de señalar al patriarcado, como un sistema social y cultural muy antiguo que, (hermanado con el capitalismo) coloca a las mujeres en un lugar subordinado de la estructura social, siendo su cuerpo susceptible de ser abusado, golpeado, vejado, como un objeto de los varones.
Esa es la carga ideológica que tanto la familia de Sandra como las organizaciones feministas, de mujeres, sociales y políticas que la acompañaron intentaron que se considere en el juicio. Incluso, lo largo del proceso, distintos testimonios dejaron entrever las condiciones de vulnerabilidad que Sandra Gamboa padeció en La Plata antes de su muerte. Situaciones de violencia de género, maltrato, pobreza, desesperación que llevaron a que aceptara acceder a una entrevista por supuesto ofrecimiento laboral que finalmente terminó con su vida. Este marco fundamental, el de la violencia que Sandra vivió por ser mujer, pobre e inmigrante, no fue  tenido en cuenta por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5 de La Plata en su resolución.
De la misma forma, el tribunal no tuvo en cuenta el pedido del abogado patrocinante de la familia Gamboa respecto de la ampliación de la causa para investigar a las personas que entraron al edificio (actualmente perteneciente a ARBA) mientras que el cadáver de Sandra permanecía en las instalaciones. En cambio, los jueces María Isabel Martiarena, Carmen Palacios Arias y el Juez Horacio Alberto Nardo, sí dieron lugar al pedido de investigación de los funcionarios de la Comisaría 1° de La Plata por considerar que no realizaron las acciones correspondientes luego de la denuncia por la desaparición de Sandra.
Sin duda la sentencia perpetua para Cadícamo es un mensaje para los violadores. Sin embargo, es muy poco. La justicia sigue sin incorporar el contexto en un hecho como este, donde las relaciones de género permiten explicar un crimen, que no es un caso policial, ni un crimen pasional, ni un problema de la inseguridad. Está enmarcado en un sistema injusto, de dominación de género, que genera más de doscientas muertes de mujeres por año, muchas más violaciones, que permite el maltrato policial a las travestis, que avala las muertes por abortos inseguros, situaciones de violencia machista en las casas, en los trabajos, en las calles. Es por esto que el reclamo continúa, porque se haga justicia completa, porque las mujeres no mueran más por el sólo hecho de ser mujeres, por una sociedad sin violencia de géneros.

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