¿Y la violencia de género?
Por Juliana Díaz Lozano
El
miércoles 7 de noviembre concluyó el juicio por el femicidio de Sandra Ayala
Gamboa, ocurrido el 16 de febrero de 2007, el caso de violencia de género más
renombrado de nuestra ciudad, por haber ocurrido en un edificio del Estado: el
ex archivo del ministerio de Economía. A Diego José Cadícamo, señalado como el
violador y asesino de Sandra pero también juzgado por las violaciones de siete
jóvenes más, lo sentenciaron con Prisión Perpetua y reclusión por tiempo
indeterminado. Nélida Gamboa, a pesar de estar conforme con la pena para
Cadícamo, declaró luego de escuchar el veredicto “yo sé que esto no termina
acá. Hay más gente involucrada, voy a seguir luchando hasta que caigan todos”.
En consonancia con estas declaraciones, las organizaciones sociales que
acompañan el reclamo desde hace más de cinco años, planteaban desde un
documento que “Acá no terminó el juicio”.
Precisamente, la figura de Femicidio
fue un símbolo que desde el movimiento de mujeres y de género se logró postular
como síntesis de las violencias que padecemos las mujeres y que en caso extremo
llevan al asesinato. Conlleva la carga crítica de señalar al patriarcado, como
un sistema social y cultural muy antiguo que, (hermanado con el capitalismo)
coloca a las mujeres en un lugar subordinado de la estructura social, siendo su
cuerpo susceptible de ser abusado, golpeado, vejado, como un objeto de los
varones.
Esa es la carga ideológica que tanto la familia de
Sandra como las organizaciones feministas, de mujeres, sociales y políticas que
la acompañaron intentaron que se considere en el juicio. Incluso, lo largo del proceso,
distintos testimonios dejaron entrever las condiciones de vulnerabilidad que
Sandra Gamboa padeció en La Plata antes de su muerte. Situaciones de violencia
de género, maltrato, pobreza, desesperación que llevaron a que aceptara acceder
a una entrevista por supuesto ofrecimiento laboral que finalmente terminó con
su vida. Este marco fundamental, el de la violencia que Sandra vivió por ser
mujer, pobre e inmigrante, no fue tenido
en cuenta por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5 de La Plata en su
resolución.
De la misma forma, el tribunal no
tuvo en cuenta el pedido
del abogado patrocinante de la familia Gamboa respecto de la ampliación de la
causa para investigar a las personas que entraron al edificio (actualmente
perteneciente a ARBA) mientras que el cadáver de Sandra permanecía en las
instalaciones. En cambio, los jueces María Isabel Martiarena, Carmen Palacios
Arias y el Juez Horacio Alberto Nardo, sí dieron lugar al pedido de
investigación de los funcionarios de la Comisaría 1° de La Plata por considerar
que no realizaron las acciones correspondientes luego de la denuncia por la
desaparición de Sandra.
Sin duda
la sentencia perpetua para Cadícamo es un mensaje para los violadores. Sin
embargo, es muy poco. La justicia sigue sin incorporar el contexto en un hecho
como este, donde las relaciones de género permiten explicar un crimen, que no
es un caso policial, ni un crimen pasional, ni un problema de la inseguridad.
Está enmarcado en un sistema injusto, de dominación de género, que genera más
de doscientas muertes de mujeres por año, muchas más violaciones, que permite
el maltrato policial a las travestis, que avala las muertes por abortos
inseguros, situaciones de violencia machista en las casas, en los trabajos, en
las calles. Es por esto que el reclamo continúa, porque se haga justicia
completa, porque las mujeres no mueran más por el sólo hecho de ser mujeres,
por una sociedad sin violencia de géneros.
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